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viernes, 14 de enero de 2011

LA DOCENCIA DESDE UNA FORMACION FILOSOFICA


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           Las bases filosóficas que se adquieren en la escuela normal durante el periodo de formación de los docentes; establecen las bases que impulsan a este a establecer un replanteamiento constante de sus valores, conocimientos, formas de conducir al alumno al proceso de aprendizaje de los contenidos.


            La formación filosófica que reciben los docentes en el transcurso de sus estudios normalistas; es lo que hace que el maestro ser sorprenda constantemente al trabajar en o que esta enseñando, que aprenda con los alumnos, que su pensamiento sea flexible en fin que se vuelva un amante de la sabiduría.

             El trabajo de formación de las nuevas generaciones de maestros se centra en despertar el ellos el Eros pedagógico; desde este planteamiento platónico el docente es el más rico y el más pobre de los hombres. Esto es que el maestro como amante de la sabiduría es al mismo tiempo rico porque tiene una de las màs grandes riquezas del mundo que es el conocimiento y pobre por que no posee nada, en esta tierra.

         Esto es como la historia del plato de lentejas; en la cual se cuenta que solo los pobres comían lentejas en la antigua Grecia: y que cuando un hombre rico vio a un gran filosofo comer lentejas- le dijo: si fueras menos orgulloso, podrías disfrutar de otros platillos. A esto el filoso le contesta – Y, si, tu, fueras menos servil y más orgulloso disfrutarías con orgullo de un buen plato de lentejas.

           Así la formación de los nuevos docentes ofrece un constate descubrimiento y renacimiento del docente: siempre como la luna dos caras; una clara y llena de luz y la otra obscura (Latapí Sarre, en ¿Cómo aprenden los maestros?) Pues en un sentido muy amplio el maestro constantemente se construye a sí mismo. Porque cada maestro desde que decide acoger la profesión, tiene ante sí la tarea de resolver su propia existencia; porque su nacimiento de forma natural le impone auto determinarla. Para lo cual uno de los primeros pasos es conocerse a sí mismo; pero ¿Cómo se conocerá así mismo?, la respuesta se encuentra en un viejo adagio que dice al árbol le reconocerás por su fruto; esto es al maestro lo reconocerás por sus operaciones (acciones).

          Todo esto aterriza en decir: conoceremos a los maestros por conducta, por sus actos, por sus hábitos, por sus actitudes y sus valores y su formación normalista por la manera de acercarse al alumno y de invitarle a aprender; porque ninguna persona es capaz de enseñar nada a nadie, solamente conducirle al dintel de su propio conocimiento, para que después de trascender el camine solo por la senda de conocimiento.

       Conforme a la teoría formativa de los docentes encontramos que una de las bases de la misma señala: el hecho de que mis acciones me construyen, porque su causa y efecto permanecen en mí. Esto es el maestro se construye a sí mismo, porque ama su profesión se entiende y sabe cuál es su papel dentro de esta sociedad cambiante.

           Otra de ellas puntualiza el hecho de que toda acción que realice un docente dentro y fuera del aula tienen siempre una finalidad. Esto es la meta del docente y la de la escuela en fin es que el alumno aprenda y con ello mejore su vida, se movilice socialmente y mejore como ser humano.

          Cabe aclarar que cuando hablamos del docente; hablamos de una persona hombre o mujer que nacen como seres humanos, pero bajo una formación es la escuela normal se convierten el docente(maestros) que se devienen en otros maestros; que se define como maestro y además se construye, en el dialogo con el mismo y con otros maestros.

Copilador: Fèlix Mendoza Garduño

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