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lunes, 16 de octubre de 2017

EL JUICIO DE LAS PERSONAS

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ANÉCDOTA PERSONAL (EL JUICIO DE LAS PERSONAS)
                Siendo un joven muy inquieto allá por los años de 1980, me gustaba el futbol callejero, por lo que al legar las tardes, me reunía con los jóvenes de la cuadra y formábamos dos equipos para jugar una cascarita. Entre las vecinas había una a la que no le gustaba que jugáramos en la calle trente a su casa; por lo cuando íbamos a jugar, se ponía a regar agua y a Barrer las banquetas. Y de alguna manera o forma siempre me recriminaba el que jugara en la calle con mis amigos.
                Cuando llega de trabajar, tal parecía que me esperaba, para increparme, y solicitar que no jugáramos frente a su casa. Y así paso micho tiempo.
                Como trabajaba en Ciudad Nezahualcóyotl en la escuela primaria y entraba a la secundaria en la tarde; caminaba desde la avenida Vicente Villada, a la Avenida Riva  Palacio; sobre la avenida Chimalhuacán; a la altura de Palacio Municipal, me topé con Doña Legundita (que era el nombre con que llamaban a esta señora) estaba sentada en la banqueta; muy demacrada; le salude y le pregunte si necesitaba algo – me respondió que se sentía algo mal – como maestro de varios años de trabajo en Neza, conocía personas y tenía un lugar al cual pasaba a comer cuando me alcanzaba el tiempo; pase a la cafetería de Doña Irma; ahí le pedí a Magdalena, la chica que atendía la cafetería; un vaso de agua, un café y una torta de milanesa para doña Legundita. No me pude quedar porque entraba a las 14:40 a mi clase en la secundaria. Le encargue a Magda que atendiera a la señora y partí a mi trabajo.
                Al día siguiente, la señora fue a mi casa, me llevo un guiso y una bolsita con semillas, las cuales me dijo que eran para la suerte; y desde ese día cada que pasaba frente a su casa me llenaba de bendiciones.

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