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viernes, 13 de octubre de 2017

EL PROPIO ESFUERZO

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EL PROPIO ESFUERZO
Cada día los maestros y los padres de familia trabajan con los alumnos, apoyándolos en su labor de desarrollar estrategias de aprendizaje. Para muchos el que hace que el alumno aprenda es el maestro con la ayuda del padre de familia; pero la verdad que el aprendizaje se logra bajo el propio esfuerzo del alumno.
Pues, bien se sabe, que el alumno que dedica tiempo en repasar sus libros, en tratar de mejorar su letra; en preguntar imitar y apoyarse en el docente es en verdad el que por medio de su propio esfuerzo desarrollar los aprendizajes y es que nadie puede hacer nada por otros; uno es el que se forja el camino a través de sus esfuerzos, de la autodisciplina. Ya Sigmund Freud, nos incita a considerar que “uno debe ser soberbio consigo mismo”; y que el docente ha de ser paciente y comprensivo con el alumno hasta lograr llevarlo al dintel de su propio entendimiento.
El propio esfuerzo es lo que en verdad hacen al buen estudiante, al buen maestro y ningún otro elemento es capaz de superar esta ley. Para aclarar el hecho, contaremos una pequeña historia:
Una hermosa mañana, de primavera, un joven contemplaba desde el puente, con aire de afligido, el paso de unos pescadores de caña que regresaban del rio con los cestos colmados de pescado.
¿Cuántos pescados lleváis?
Pregunto a uno.
Cuarenta y ocho. Le contesto el pescador.
¡Si fueran míos, sería feliz!
Exclamo el muchacho, porque podría venderlos para obtener comida.
                Un viejo pescador, que aún permanecía pescando, oyó las palabras del joven y le dijo: Pues, yo te daré otros tantos y tan buenos, si quieres hacerme un pequeño  favor.
                ¿Cuál?  Tan solo sostenerme la caña dentro del agua mientras voy a hacer un recado que me llevará poco tiempo.
                Acepto gustoso el joven y se instaló en el ligar del viejo. A poco rato empezó a impacientarse, calculando que el pescador tardaba más de lo necesario; de pronto se puso de buen humor al ver que los peces picaban. Y cuando el pescador volvió ya había sacado muchos más de lo calculado.
                Mirándolo en viejo socarronamente y, viendo que en el cesto había tantos pescados como el muchacho había codiciado, se los dio y le dijo:
                Cumplo mi promesa, aquí los tienes. Ahora solo me resta decir, que cuando veas a otros adquirir con su propio esfuerzo lo que tú necesitas; no malgastes el tiempo en vanos deseos, ni en inútiles lamentaciones. ¿Echa el propio anzuelo, con tus propias manos?
                Fortalecer el autoestima del educando, apreciar su esfuerzo y lograr que el aprecie el suyo propio y el de sus compañeros; es el papel del docente y de los padres, ante los alumnos y la sociedad.
BIBLIOGRAFIA
SELECCIÓN DE TEXTOS LITERARIOS V; Editorial Gurria, México, enero 2007.

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