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SABER CAER-SABER
LEVANTARSE
En
casa del jabonero, el que no cae resbala, reza un viejo adagio; y es que en
este mundo no hay quien no caiga en una mentira o engaño; hasta el más sabio de
los hombres sabe que una mujer, bonita y una copa de vino es capaz de tirar al más
firme de los hombres; sabe que una palabra dicha en un mal momento hace caer la
honra de una persona y que ante un carácter o sentimiento fuerte se pierde la
compostura.
Pero
la gracia no está en la caída, porque al igual que el respirar; hay que
prepararse para ello; una caída con gracia no solo no es penosa, sino algo que
es gracia en toda persona; el caer con estilo, le da calidad a las personas; lo
que va con el caer bien; caer con gracia nos hace grandes ante los ojos de los demás.
Y por más estruendosa que sea esta caída nos da grandeza ante otros.
Pero,
el levantarse, sonreír y agradecer a los otros el haberse tomado la molestia de
tomar en cuenta nuestra caída nos hace ver igual de grandes.
Por
eso el que cae; no pierde, más bien gana. Ya que al verle caer y levantarse se
engrandece ante lo que le ven y los que se enteran; no solo de la caída; sino
de la grandiosa forma que tienen de levantarse.
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